Víctor Blasco, doctor en Química. Especialista en Química Médica.
Durante el transcurso de la vida debemos enfrentarnos a un sinfín de obstáculos y desafíos que amenazan nuestra salud y nuestro bienestar. Sin embargo, pocos son tan complejos y desgarradores como el avance de las enfermedades degenerativas y el deterioro cognitivo, un problema integral que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Este tipo de trastornos suponen un enigma médico y emocional de tal envergadura que no solo impacta en el bienestar de aquellas personas que lo sufren, sino que también afecta profundamente a su entorno y a sus seres queridos. Más allá de los síntomas físicos y cognitivos que afectan a la memoria, a la concentración y a la autonomía, estas afecciones también influyen en las relaciones personales, en la independencia, en la autoestima y en general, en la calidad de vida los individuos.
Las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el Parkinson o la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), son trastornos progresivos caracterizados por la pérdida de las funciones celulares y por el deterioro continuo de los tejidos del organismo, y afectan entre otros, al sistema nervioso central y periférico. Este tipo de patologías, aunque no son de las más comunes entre la población, constituyen una de las preocupaciones más importantes para la sociedad actual, ya que suponen un cambio radical en el estilo de vida y en el bienestar de quienes las padecen. 1
Por otra parte, el deterioro cognitivo leve asociado a la edad sí que es una afección que atañe a un gran porcentaje de la población, en concreto, más del 30% de personas mayores de 65 años sufre alguno de los síntomas asociados a esta patología, sin que haya diferencias significativas entre hombre y mujeres. Perder cosas con frecuencia, olvidar citas importantes, tener problemas para concentrarse y/o dificultades para expresar palabras y conceptos cotidianos, son sólo algunos de los signos de alerta que no debemos pasar por alto.2
Con todo esto, urge la necesidad de encontrar tratamientos efectivos y estrategias preventivas que permitan, no solo mejorar el estado de salud de los pacientes, sino también abordar el reto que supone este tipo de enfermedades para la atención médica y para la sociedad en su conjunto. En este contexto, la alimentación juega un papel muy importante, ya que la carencia de ciertos nutrientes puede agravar este tipo de patologías, sobre todo en lo que al deterioro cognitivo se refiere. Por suerte, existen en la naturaleza un gran número de productos naturales que han demostrado tener un impacto positivo en la prevención y en la ralentización de estas enfermedades, mejorando considerablemente la calidad de vida de quienes las enfrentan.
A continuación, se hará una revisión de aquellos productos naturales que pueden resultar beneficiosos para frenar el avance de estas patologías.
Omega 3 – DHA
En primer lugar, es necesario destacar la importancia del DHA, un ácido graso Omega 3 de gran relevancia para el funcionamiento óptimo del cerebro, ya que se acumula en gran medida en este órgano. Existen estudios que indican que el DHA se deposita en los astrocitos y participa activamente en la transmisión de las señales celulares y en la velocidad de los impulsos nerviosos, facilitando la comunicación entre las neuronas. 3
Al mismo tiempo, el DHA también es importante para mejorar la capacidad cognitiva y la memoria de los seres humanos, dos factores que se ven duramente condicionados por la escasa presencia de fosfolípidos en el cerebro, como son la fosfatidiletanolamina y la fosfatidilserina. Así, el DHA contribuye a aumentar los niveles de estos fosfolípidos, mejorando el aprendizaje y la memoria en aquellos procesos de deterioro cognitivo asociado a la edad.4
Melena de León
Otro de los productos naturales que muestra un enorme potencial para el tratamiento de estas patologías es el hongo Melena de León. Este hongo muestra un importante efecto nootrópico, capaz de potenciar las funciones cognitivas del cerebro, la atención y la memoria. Esto es posible dado que estimula la producción del factor de crecimiento nervioso (NGF)5, una pequeña proteína que interviene de manera directa en el desarrollo, regeneración, protección y reparación de las neuronas del sistema nervioso central y periférico. En concreto, mejora el crecimiento y la ramificación de los axones, optimizando la función cerebral en general. 6, 7
Así pues, además de frenar el deterioro cognitivo, los extractos de este hongo también pueden actuar como un potente agente neuroprotector, capaz de evitar el deterioro neuronal y la apoptosis de las células nerviosas. Esto ayuda a la prevención de ciertas enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer.8
L-Tirosina
Por otro lado, destacar también la importancia del aminoácido L-Tirosina en el funcionamiento normal del cerebro. Existen estudios que indican que la tirosina es capaz de estimular eficazmente el proceso cognitivo, ya que desempeña un papel fundamental en la síntesis de algunos neurotransmisores como la norepinefrina, la epinefrina o la dopamina.9 Estos neurotransmisores están involucrados en una gran variedad de procesos cognitivos y emocionales como la memoria, la concentración, el estado de ánimo y la claridad mental.
Además, algunos estudios sugieren que la L-Tirosina podría mejorar considerablemente el rendimiento cerebral en situaciones de estrés agudo o fatiga, como por ejemplo en entornos de privación del sueño o ambientes extremos. 10
Gingko Biloba o la Rosa Rodhiola
Finalmente, destacar también el papel que juegan algunos adaptógenos naturales como el Gingko Biloba o la Rosa Rodhiola. Sus principios bioactivos favorecen que el organismo sea capaz de adaptarse a diferentes situaciones y de resistir mejor el estrés físico, mental y emocional. Esto, unido a sus propiedades antioxidantes, permite que el cuerpo pueda hacer frente a los radicales libres del organismo (ROS), retrasando el envejecimiento celular y frenando el deterioro cognitivo asociado a la edad.11
Al mismo tiempo, también existen estudios que indican que este tipo de extractos pueden contribuir a desarrollar una mayor claridad mental, a incrementar la capacidad de concentración y a mejorar la agudeza intelectual.
En definitiva, el envejecimiento es un proceso natural e inevitable al que todos nos enfrentamos. Las enfermedades neurodegenerativas y en especial, el deterioro cognitivo, representan uno de los retos más importantes y difíciles de abordar en esta etapa. Afortunadamente, la naturaleza nos ofrece una fuente inagotable recursos que pueden brindarnos la ayuda necesaria para mejorar nuestra salud y nuestro bienestar: ácidos grasos Omega-3 como el DHA, algunos aminoácidos como la Tirosina e incluso ciertos extractos de plantas y de hongos como el Melena de León, constituyen valiosas herramientas para hacer frente a estos desafíos con fortaleza y determinación.
Paralelamente, es fundamental comprender que, aunque estos productos naturales pueden ayudarnos a preservar la función cognitiva y a frenar el deterioro mental, es necesario adoptar un estilo de vida saludable desde un enfoque integral, que engloba tanto el cuidado de nuestro cuerpo como de nuestra mente. De esta manera, podremos enfrentar el envejecimiento con confianza y seguridad y así, seguir disfrutando de una vida plena, independientemente de los obstáculos que se crucen en nuestro camino.