¡Todo lo que debes saber sobre la vitamina C!
La vitamina C o ácido ascórbico es una vitamina hidrosoluble derivada del metabolismo de la glucosa. Es un nutriente esencial ya que, a diferencia de algunos animales, los seres humanos hemos perdido la capacidad de sintetizarla al carecer de la enzima gulonolactona oxidasa y tampoco la almacenamos por lo que es necesario su aporte a través de la dieta1. De hecho, es famoso su descubrimiento gracias a Linus Paulling quien, a raíz del sangrado de encías, anemia, dolor en las articulaciones, retraso de cicatrización de heridas y el pelo ensortijado de los marineros (síntomas del escorbuto o falta de vitamina C) propuso que consumieran cítricos para intentar reducir o curar la enfermedad y a partir de ese momento llevaran frutas y verduras en sus travesías por alta mar2. La recomendación actual de ingesta diaria de vitamina C es de entre 90 y 75 mg/día. Los pacientes con enfermedades crónicas como el cáncer o la diabetes o los que fuman necesitan dosis más altas en su dieta habitual debido a la inflamación y deterioro del sistema inmunitario de estas enfermedades3.
Se encuentra presente en ciertos alimentos como los cítricos (naranjas, pomelos, mandarinas, kiwis y sus jugos), frutas rojas (fresas, moras, frambuesas), hortalizas, tubérculos y verduras (tomates, pimientos, patatas, brócoli y las espinacas). En muchos casos las mejores fuentes de vitamina C, como las frutas y verduras, se comen crudas para garantizar mayor aporte de esta vitamina ya que al ser hidrosoluble y ser sensible al calor se puede reducir su presencia al cocinarse al vapor o al microondas4.
La vitamina C actúa como cofactor en al menos 300 reacciones bioquímicas del organismo y su deficiencia causa los síntomas antes comentados del escorbuto. Una de sus funciones es la de ser un agente reductor necesario para la síntesis de las fibras de colágeno mediante la hidroxilación de la prolina y la lisina1. También actúa como antioxidante protegiendo al organismo contra los daños causados por los radicales libres (ROS)5; y como agente reductor para convertir el Fe+3 en Fe+2 que es mejor absorbido por el cuerpo. La fatiga y la debilidad también pueden producirse por falta de vitamina C debido que es un cofactor en la producción de L-carnitina, usado por el organismo en el proceso de oxidación de las grasas para la obtención de energía. Y también es un cosustrato de la dopamina-β-monooxigenasa, una enzima necesaria para convertir la dopamina en norepinefrina. Ambas sustancias son neurotransmisores, lo que implica que de haber deficiencia en vitamina C puede afectar en la aparición de la depresión y el estado de ánimo normal6.
Por otra parte, posee funciones relacionadas con la inmunidad. Aunque no hay evidencia que la suplementación evite coger un resfriado, existen estudios que indican que la suplementación puede ayudar a reducir la duración y la gravedad del mismo si se toma antes de resfriarse. Sin embargo, si que se conoce en mejor medida que la vitamina C se acumula en altas concentraciones en las células fagocitarias como son los neutrófilos, lo que puede aumentar la quimiotaxis, la fagocitosis, reducir la generación de especies reactivas de oxígeno y, en última instancia, la eliminación de los microbios. También es necesario para la apoptosis porque de esta manera la necrosis y el daño celular se ven reducidas. El papel de la vitamina C en los linfocitos no es tan claro, pero se ha demostrado que actúa mejorando la diferenciación y la proliferación de células B y T que son las encargadas de reconocer patógenos, posiblemente debido a sus efectos de regulación génica. Así pues, se puede comprender que la deficiencia de esta vitamina resultada en un deterioro de la inmunidad y ser más susceptible de sufrir infecciones, por lo que al suplementar se podría prevenir todo ello y tratar infecciones respiratorias y sistémicas7.
La vitamina C es un nutriente inestable, se degrada fácilmente por el calor y la luz por lo que al final la cantidad que consumimos no es totalmente la que presentaba el alimento en origen ya que se ve reducida al cocinarlos. Por ese motivo se vuelve útil la suplementación debido a que se aporta mayor cantidad de la vitamina sin perderla hasta su consumo. Sin embargo, hay diferentes formas de vehiculizarla para conseguir mejor estabilidad y por tanto más biodisponible. En general, la vitamina C presente en los suplementos dietéticos se encuentra en forma de ácido ascórbico, pero algunos suplementos contienen otras formas, como ascorbato de sodio, ascorbato de calcio, otros ascorbatos minerales y ácido ascórbico con bioflavonoides. Este último es el caso de Pureway el cual se ha investigado que presenta más beneficios en comparación con las otras formas de vitamina c asociada a otros compuestos. En concreto se ha comprobado que su ratio de absorción celular y actividad antioxidante y anti-radicales de sus metabolitos son mayores que las otras formas de vitamina C8,9.
A causa de su acidez, la vitamina C puede causar ligeras molestias gástricas en personas con estómagos muy sensibles y dado que se metaboliza rápidamente la mejor elección sería escoger un suplemento de vitamina C que presente un recubrimiento gastrorresistente como es este caso. En consecuencia, se trata de una forma segura, efectiva, innovadora y probada científicamente de consumir vitamina C aprovechando sus beneficios con una mayor biodisponibilidad y estabilidad.
Referencias
- Nishikimi, M. et al. Cloning and chromosomal mapping of the human nonfunctional gene for L-gulono-gamma-lactone oxidase, the enzyme for L-ascorbic acid biosynthesis missing in man. J. Biol. Chem. 1994, 269, 13685–13688.
- Olmedo J.M, et al. Scurvy: a disease almost forgotten. Inter J Dermatol, 2006; 45: 909-13.
- Institute of Medicine. Food and Nutrition Board. Dietary Reference Intakes for Vitamin C, Vitamin E, Selenium, and Carotenoidsexternal link disclaimer. Washington, DC: National Academy Press, 2000.
- U.S. Department of Agriculture, Agricultural Research Service. FoodData Centralexternal link disclaimer, 2019.
- Anitra C. Carr. et al. Vitamin C and Immune Function. Nutrients; 2017, 9, 1211.
- Carr, A. C., & Maggini, S. (2017). Vitamin C and Immune Function. Nutrients, 9(11), 1211. https://doi.org/10.3390/nu9111211.
- Ströhle, A., & Hahn, A. (2009). Vitamin C und Immunfunktion [Vitamin C and immune function]. Medizinische Monatsschrift fur Pharmazeuten, 32(2), 49–56.
- Weeks, B. S., & Perez, P. P. (2007). Absorption rates and free radical scavenging values of vitamin C-lipid metabolites in human lymphoblastic cells. Medical science monitor : international medical journal of experimental and clinical research, 13(10), BR205–BR210.
- Pancorbo, D., Vazquez, C., & Fletcher, M. A. (2008). Vitamin C-lipid metabolites: uptake and retention and effect on plasma C-reactive protein and oxidized LDL levels in healthy volunteers. Medical science monitor : international medical journal of experimental and clinical research, 14(11), CR547–CR551.